¿Entregamos a mano?

La supresión en toda Álava del proyecto  «Aulas Telemáticas» deja a la Biblioteca Pública de Campezo sin el servicio de búsqueda de información en línea y procesador de textos, que eran sus principales utilidades.

Vista del hueco dejado por los ordenadores tras su retirada.

Vista del hueco dejado por los ordenadores tras su retirada.

Se conocía como Aulas Telemáticas a la iniciativa del Departamento de Administración Foral y Local y Desarrollo Comarcal de la Diputación de Álava que tenía el objetivo explícito de «favorecer el conocimiento e implantación de Nuevas Tecnologías (Internet, videoconferencia y multitud de nuevas herramientas informáticas de aprendizaje, búsqueda y tratamiento de la información) en diversos núcleos de población de toda la geografía alavesa» (cita: http://aulastelematicas.com)

El proyecto, básicamente, se encargaba de la aportación y mantenimiento de los equipos informáticos con que se dotaba a las bibliotecas u otros recintos de cultura alaveses. Este servicio era llevado a cabo por el Instituto Europa, que bastante a pesar suyo y después de haber propuesto una reducción de gastos significativa, se vio obligado a retirar los equipos con la consecuente desolación de los edificios y las personas que los concurren.

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Noche Buena y rústica

Dos grandes noches de invierno tiene la Villa de Santa Cruz de Campezo.

Una es la del martes de Carnaval, en que se culpa de todos los males del año a un monigote llamado Toribio, para después lanzarlo al Río Ega… la purificación por el agua; una costumbre que da bastante yuyu si nos preguntamos quién sería aquel primer Toribio de carne y hueso al que se aplicó la primera pena de la tradición…

La otra es la que aconteció ayer mismo: la celebración pagana de la Noche Buena, con la presencia del Olentzero, como en todos los pueblos del País Vasco.

Una distinción básica de la fiesta del Olentzero con la que acontecerá en aproximadamente dos semanas, la llegada de los Reyes Magos, es la humildad del personaje. Al no estar relacionado con la nobleza de forma alguna, su aparición, sobre todo en municipios pequeños como este, va rodeada de una simplicidad autóctona que conmueve.

A falta de una foto de Olentzero en acción, una de "La casa del Olentzero", en Santa Cruz de Campezo (Foto: Vega García Humayor)

A falta de una foto de Olentzero en acción, una de «La casa del Olentzero», en Santa Cruz de Campezo (Foto: Vega García Humayor)

Equipado con un saco rústico y un burro, codo a codo con su flamante compañera Mari Domingui, Olentzero recorre la vuelta al pueblo al son de la trikitixa y el pandero, enmarcado por los cantos navideños de pobladores encantados de mover los pies en una noche que suele ser más que fría.

Una vez en la plaza, el decorado que envuelve a la pareja es tan sencillo como cargado de simbología: Boj (ezpela), paja y fuego.

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El Certamen Literario Macaria Iriarte en época de crisis

El Ayuntamiento de Campezo pone, un año más, nuestra inventiva  a prueba con la quinta edición del Concurso de Cuentos Macaria Iriarte.

Pero… en primer lugar, me retracto. El certamen 2012 no nos pone a prueba en general, sino sólo a los escritores menores de 17 años. En época de crisis, es esta una medida comprensible… aunque no dejo de penar por la categoría Adultos perdida en los vericuetos de la burocracia.

Me consta que en los últimos años la jerarquía de la convocatoria ha ido perdiendo prevalencia, pero que se elimine una categoría completa no deja de parecerme un paso atrás en la apuesta cultural del municipio.

De acuerdo, en ediciones anteriores la participación en la categoría Adultos no ha sido desbordante, pero eso no significa que no pudiera haber estado mejor publicitado y quizás hasta, tal vez, mejor organizado por el consejo de cultura del municipio. No hablemos ya de una dotación superior, tema que evidentemente queda fuera de discusión cuando se plantea que no hay presupuesto para nada.

Con un poco de imaginación, hubiera sido posible darle un poco más de solidez, un poco más de apoyo, hasta de «campaña» podríamos hablar, para que todo aquel mayor de 18 años en la comarca interesado en contar una historia, y muy especialmente los mayores de cincuenta y sesenta, tuvieran una vía de expresión.

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